La obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio, es un
drama romántico dividido en 2 partes, publicado en 1844. Es heredera de El burlador de Sevilla y convidado de piedra
(1630), de Tirso de Molina, obra de tratro en la que se recoge por primera vez el mito de don Juan, que es el personaje por excelencia del teatro español.
El papel de la mujer en el final de Don Juan Tenorio es de gran importancia,
ya que doña Inés, con el sacrificio de su alma salva a don Juan de ir al
infierno, su papel es el de gran redentora, cosa que logra con el amor tan
grande que siente por el protagonista y con sus ruegos a Dios. Todo esto se ve reflejado en este
fragmento:
Esta obra es un tanto peculiar con respecto a los
otros dramas románticos de la época. Su singularidad reside precisamente en el
final, ya que una de las características de los dramas románticos es la del
destino fatal del protagonista, del que no puede huir y que siempre termina en
tragedia. Por ejemplo en Don Álvaro o la
fuerza del sino, obra del Duque de Rivas, el protagonista al verse rodeado
de tanta muerte y destrucción se quita la vida arrojándose por un precipicio,
aunque su amada Leonor intentara salvarlo un poco antes perdiendo su vida en el
intento. En cambio en Don Juan Tenorio gracias a la intervención de doña Inés
logra salvarse y vivir en el paraíso con ella. El final dentro de lo que cabe
no es tan desolado como el de Don Álvaro ya que el protagonista después de una
vida de calavera con muchas fechorías a sus espaldas logra salvarse de ese
destino cruel que le aguardaba. En uno de los últimos fragmentos incluso
podemos ver la aparición de ángeles celestiales, el fragmento pertenece a la
acotación final de la escena III y a toda la escena IV, en la que también podemos ver la dicha redención de don Juan donde está dándole gracias a Dios por perdonarlo.
(Las flores se abren y dan paso a varios
angelitos, que rodean a DOÑA INÉS y aDON JUAN, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una
música dulce y lejana, se ilumina el teatro con luz de aurora. DOÑA INÉS cae sobre un lecho de
flores, que quedará a la vista, en lugar de su tumba, que desaparece.)
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Escena IV
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DOÑA INÉS, DON JUAN y los ángeles.
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DON JUAN
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(Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas, representadas
en dos brillantes llamas que se pierden en el espacio al son de la música.
Cae el telón.)
Rita Bonnín Forteza |
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