miércoles, 18 de junio de 2014

Romanticismo en el "El Estudiante de Salamanca" y "La Dama blanca de Baden"


El poema extenso de El Estudiante de Salamanca de José de Espronceda retoma el mito del Don Juan y el cuento leyendario de La Dama Blanca de Baden pertenecen a la corriente literaria del Romanticismo surgido en el siglo XIX. Al comparar estos dos textos, veamos cuales son las características del género romántico. 

Primero, podemos encontrar una ambiente  romántico con lugares tétricos, oscuros, solitarios, la noche, castillos, palacios donde aparecen fantasmas y espíritus, personajes embozados, duelos, la huida de los amantes... Todo es movimiento, dinamismo y acción. En cuanto al tiempo, Generalmente, la obra se sitúa en un pasado histórico verosímil.

En El Estudiante de Salamanca, la trama se sitúa en Salamanca. A través de  las calles y plazas, la noche de tinieblas se puebla de voces lúgubres. Se convierte en un juego de “sombras de horror girando aterradoras”.

 « Cruzan tristes calles,

plazas solitarias,

arruinados muros,

donde sus plegarias

en la misteriosa

noche borrascosa,

maldecida bruja

con ronca voz canta,

y de los sepulcros

los muertos levanta.

Y suenan los ecos

de sus pasos huecos

en la soledad;

mientras en silencio

yace la ciudad,

y en lúgubre son

arrulla su sueño

bramando Aquilón. »

 

Félix mata en duelo a Don Diego, hermano Elvira  del que querría vengarse.

« Mas no al embozado, que aún sangre su espada

destila, el fantasma terror infundió,

y, el arma en la mano con fuerza empuñada,

osado a su encuentro despacio avanzó »

En el segundo texto, la leyenda que cuenta la baronesa al francés transcurre principalmente durante la noche  en varios espacios: primero en el palacio donde viven los padres del margrave.  Segundo, para curarse de su melancolía, viajó a las « regiones sombrías » del Norte, y fue hospedado en el castillo de la condesa Olamunda en Dinamarca, de la cual se enamoró.

 

 

Segundo, en ambos textos, destacamos el prototipo de mujer romántica por su belleza, su pureza, sus ojos lánguidos, su timidez, por ser llorosa, melancólica, infeliz y enamorada. Ambas padecen de un desequilibrio mental.

Tercero, en cada texto, los epítetos enérgicos y  los adjetivos que expresan el horror, el miedo, el mundo fantástico, el entorno misterioso y  sepulcral son los ingredientes románticos  más destacados : “lúgubres” “funesto encanto”, “lámparas fúnebres”, “terror”,  “violento torbellino”, “tumba”, “sepulcral”, “fantasma”, “sombra”…

Otro rasgo del género es que podemos considerar esos textos como “drama fantástico-religioso”: por los espectros de los protagonistas. En el desenlace de la obra, Félix de Montemar, un rebelde, irreverente, ímpetu reta a Dios y no se doblega ante él, sólo vence la muerte. No se salva porque se niega a arrepentirse, es calificado como “segundo Lucifer” al final de la composición. Es un héroe satánico porque se revela contra la divinidad. El rebelde arrogante no puede esperar ningún cambio del mundo en el que vive, su ansia de libertad choca con la realidad. En el segundo texto, la condesa Olamunda ha pecado, es una infanticida y al final se suicidó al igual que el margrave.

Por fin, el desenlace suele trágico: los personajes están marcados por un destino fatal que no pueden rechazar. Elvira muere de tristeza porque Félix le abandonó y  su espectro arrastra al infierno a Félix al que se condena por no arrepentirse. En cuanto a Olamunda, muere por haber matado a sus hijos para poder casarse con el margrave. Este se suicidio también de dolor por el remordimiento del crimen del que era inocente.  

La mujer del Romanticismo en El Estudiante de Salamanca y en La peña de los enamorados


En esta entrada vamos a concentrarnos en la mujer del Romanticismo en “El Estudiante de Salamanca” y el cuento romántico “La peña de los enamorados”.

Empezamos con El Estudiante de Salamanca, que es la obra más netamente romántica de José de Espronceda y cuya versión completa se publicó en 1840. Es un poema que se compone de 4 partes y cuyo tema principal es el carácter de la mujer protagonista, que será transformada en esqueleto. El protagonista se llama Félix de Montemar y tiene los mismos rasgos que el famoso Don Juan Tenorio de José Zorrilla : es un mujeriego, un burlador y es muy arrogante. El personaje de Félix sólo quiere seducir a las mujeres y después abandonarlas para encontrar otra nueva. Aquí, la victima de Félix se llama Elvira. La mujer tiene una gran importancia dentro de este poema, donde se enseña el típico retrato de “la mujer romántica” : en efecto, al principio de la obra, Elvira es hermosa, ingenua e inocente, y también al final de la obra, cuando Félix la abandona, mientras ella está enamorada de él. Elvira está desesperada, melancólica, ya no puede soportar su ausencia, y es por eso que ella acaba por morir de amor. (Notamos que Espronceda hace un retrato romántico de Elvira). Al final doña Elvira acaba convirtiéndose en la imagen de la propia muerte. 

Ahora vamos a concentrarnos sobre la mujer  romántica en La peña de los enamorados de Mariano Roca de Togores. Este cuento aparece en la revista “Semanario Pintoresco Español” y  narra la historia de un amor imposible que acabará con un final trágico : Fadrique (cristiano) y Zulema (una musulmana) se aman pero su religión respectiva les impide estar juntos. Por eso los dos enamorados deciden huir y escapar de su destino, ya que son perseguidos por los soldados del padre de la muchacha, y acaban por arrojarse desde un peñasco. Aquí, contrariamente al final de El Estudiante de Salamanca, la mujer muere de manera voluntaria y por amor. No muere de tristeza porque está sola sino porque quiere vivir sus últimos momentos con el hombre de su vida. Ambos prefieren morir juntos que vivir separados a causa de su religión. Podemos entonces notar el romanticismo presente en este cuento : el amor triunfa sobre la religión a pesar de todas las prohibiciones que ésta exige. Entonces, Elvira (El Estudiante de Salamanca) y Zulema (La peña de los enamorados) son dos muchachas del Romanticismo pero de manera diferente ya que una está abandonada y su tristeza la lleva a la muerte, y la otra decide poner fin a sus días con el fin de estar al lado de su amor.

Anne Deguines

viernes, 13 de junio de 2014

El desenlace en Don Juan Tenorio



Con Don Juan Tenorio, José Zorrilla reinterpreta uno de los grandes mitos de la literatura española en una obra que será la más representada en la historia del teatro nacional. Zorrilla crea el mito romántico del mujeriego por excelencia. Dentro de las dos partes de su obra, el autor nos traslada a Sevilla a finales del siglo XVI donde tiene lugar las aventuras amorosas del protagonista. No obstante, a diferencia de sus predecesores, Zorrilla salva a su personaje de la condena eterna gracias al amor sincero que le confiesa a Doña Inés. 

La obra narra las peripecias de Don Juan Tenorio, un joven caballero entregado a una vida llena de apuestas, amoríos y duelos. En el desenlace de la obra debe enfrentarse literalmente a sus fantasmas, y sólo el amor que por él siente la joven Inés es capaz de salvarle de permanecer eternamente en el infierno. En la última escena, Don Juan recita dialogo en el cementerio con el que termina la obra.

En la segunda parte de la obra se lleva al lector a la vuelta de Don Juan Tenorio a Sevilla después de 5 años de exilio. Este seductor llega al panteón de la familia Tenorio donde se celebra su muerte y saluda a Don Gonzalo. Aunque éste lo quiere llevar al infierno, aparece Doña Inés cogiendo la mano de Don Juan hasta el más allá donde vivirán juntos para siempre. Vemos que al final, el protagonista solo será redimido del amor de su dama Doña Inés. Don Juan Tenorio es una obra dramática además de muy romántica, donde el autor no olvida ninguna de las características de este género : una atmósfera de misterio, el predominio del sentimiento sobre la razón, los amores imposibles, el fin trágico y el dinamismo de la naturaleza. El desenlace ocurre por la noche y el final es trágico. Además, el lado romántico de la obra aparece en varios actos : en el desenlace, se aprecia cuando aparece Doña Inés cogiendo la mano de Don Juan para llevarlo con ella. Vemos que el amor es más fuerte que todo y que Don Juan va a evitar ir al infierno gracias al amor de Doña Inés. Esta obra se diferencia mucho de las otras obras que pertenecen al mismo género ya que en su desenlace, rompe con el típico héroe romántico.

Anne Deguines

viernes, 6 de junio de 2014

Capítulo vigésimo sexto de La Regenta




Este texto de La Regenta se encuentra dentro del capítulo vigésimo sexto, en la segunda parte de la obra formada por los últimos 15 capítulos. Mientras que en la primera parte se nos presenta la ciudad de Vetusta y sus personajes en tres días, en la segunda es cuando se desarrollan los acontecimientos que tienen lugar en un espacio de tres años.

Este fragmento empieza el Jueves Santo con la noticia que llega a casa de los Vegallana como una bomba, y que comentan todas las mujeres allí reunidas. Esa noticia tan comentada no es otra que en la procesión va a salir la Regenta vestida de nazareno y descalza por la Encimada de Vetusta. Eso es algo que levanta la envidia y las críticas, se puede ver como se trata la moralidad en la sociedad de la época, todo son las apariencias.
También aparece don Víctor Quintanar, que está bastante desconsolado por lo que va a hacer su esposa y al que tratan de consolar.

Al día siguiente el día se levanta nublado, de una parte está el Magistral, que desearía hacer brotar el sol para que Ana pueda salir en la procesión y que así vea todo el mundo su triunfo y su poder. Por otra parte esta Ana que interiormente desea que llueva porque está empezando a ver que no es muy bueno lo que hará, va a darse en espectáculo por un momento de debilidad ante el Magistral, sabe que puede causar problemas a su marido, aunque también lo hace por el honor de su hogar, en ella se refleja el arrepentimiento pero a la misma vez una gran decisión para hacerlo.

El fragmento termina con la salida de la procesión ya que al final no llueve, es el comienzo del espectáculo que ha ido todo el pueblo a contemplar.


Rita Bonnín Forteza

jueves, 5 de junio de 2014

Ponencia: La literatura sobre la Inquisición durante la restauración absolutista. Daniel Muñoz Sempere (King's College de Londres)





Este pasado día 6 de mayo, a las 19.15, en el Edificio Constitución 1812 de Cádiz, en la Sala Argüelles tuvo lugar la ponencia  <<La literatura sobre la Inquisición durante la restauración absolutista>> a cargo de Daniel Muñoz Sempere. Se encontraba dentro de las ponencias del I Congreso Internacional Liberal: La Represión Absolutista y el Exilio.

La conferencia se basó en la etapa del primer exilio. Con la vuelta de Fernando VII se suprimieron las cortes de Cádiz. Flores desde el exilio escribe al rey defendiendo las cortes. Aunque muchas medidas no se pudieron llevar a cabo consiguieron hacer que la opinión pública detestara la inquisición, valga la redundancia se sometió a opinión pública.
La inquisición se representaba como un edificio, como el antiguo régimen, como un edificio gótico, un presente encantado por el pasado.
En esos años era posible encontrar comparaciones de la inquisición con la bastilla francesa.
En los debates de las cortes dicen que es una institución impuesta por fuerzas extranjeras y contraria a la constitución. Es como un monstruo gótico que debe ser derribado.

 En Larra aparece la lápida de la inquisición.

Es problemático a la hora de explicar su aparición en  la época de los Reyes Católicos, considerada la época del surgimiento de la nación, es la parte más oscura de esta nación, es como el brazo ejecutor de la represión.
La obra de Llorente, Primera Historia Independiente de la Inquisición, se convertirá en un modelo,  está basada en materiales originales.  Se sabía mucho de la teoría inquisitorial pero no de cual había sido la práctica en los últimos siglos.



En el caso inglés, el número de publicaciones sobre la inquisición sorprende por lo numerosa y variada. Existe el peso de la llamada leyenda negra, y por otro lado la guerra, presente como campaña para parar a Napoleón y para librar a los españoles de la inquisición. La abolición del santo oficio se sigue con simultaneidad en Inglaterra.


La inquisición sin mascaras de  Antonio Puigblanch, establece las bases del pensamiento anti-inquisitorial. Este emigro tras haber estado preso en Gibraltar, se le dio asilo para no contribuir a la inquisición. Puigblanch habla sobre los Caprichos de Goya como ejemplo de que estaba puesta la mira sobre la inquisición.
La obra de Puigblanch no es la única que se traduce en ingles, la de Ruiz de Padrón también. El tema español en Inglaterra es un tema muy dinámico, son obras que están un poco dialogando entre sí, retratan problemas nacionales.
William Cobet, acusa al gobierno de colaborar con Fernando VII para restaurar la inquisición.
Los emigrados publicaron mucho, el problema es que se publican obras anticlericales, estas traducciones se hacen en colaboración de los emigrados. Estos años son los de más actividad. Esta simbología de la inquisición se ve en la literatura de esos años.

Rita Bonnín Forteza

Doña Inés y su importancia en el desenlace de Don Juan Tenorio





La obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio,  es un drama romántico dividido en 2 partes, publicado en 1844. Es heredera de El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), de Tirso de Molina, obra de tratro en la que se recoge por primera vez el mito de don Juan, que es el personaje por excelencia del teatro español. 

El papel de la mujer en el final de Don Juan Tenorio es de gran importancia, ya que doña Inés, con el sacrificio de su alma salva a don Juan de ir al infierno, su papel es el de gran redentora, cosa que logra con el amor tan grande que siente por el protagonista y con sus ruegos a Dios. Todo esto se ve reflejado en este fragmento:

Escena III

DON JUAN, la ESTATUA de don Gonzalo, DOÑA INÉS, sombras, etc.

 
DOÑA INÉS
No; heme ya aquí,
don Juan; mi mano asegura
esta mano que a la altura
tendió tu contrito afán,
y Dios perdona a don Juan
175
al pie de mi sepultura.
DON JUAN
   ¡Dios clemente! ¡Doña Inés!
DOÑA INÉS
Fantasmas, desvaneceos:
  -[fol. 94r]-  
Su fe nos salva... volveos
a vuestros sepulcros, pues
180
la voluntad de Dios es;
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió a mi afán
la salvación de don Juan
185
al pie de la sepultura.
-294-
DON JUAN
   ¡Inés de mi corazón!
DOÑA INÉS
Yo mi alma he dado por ti,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.
190
  -[fol. 94v]-  
Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura,
y sólo en vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a don Juan
195
al pie de la sepultura.


Esta obra es un tanto peculiar con respecto a los otros dramas románticos de la época. Su singularidad reside precisamente en el final, ya que una de las características de los dramas románticos es la del destino fatal del protagonista, del que no puede huir y que siempre termina en tragedia. Por ejemplo en Don Álvaro o la fuerza del sino, obra del Duque de Rivas, el protagonista al verse rodeado de tanta muerte y destrucción se quita la vida arrojándose por un precipicio, aunque su amada Leonor intentara salvarlo un poco antes perdiendo su vida en el intento. En cambio en Don Juan Tenorio gracias a la intervención de doña Inés logra salvarse y vivir en el paraíso con ella. El final dentro de lo que cabe no es tan desolado como el de Don Álvaro ya que el protagonista después de una vida de calavera con muchas fechorías a sus espaldas logra salvarse de ese destino cruel que le aguardaba. En uno de los últimos fragmentos incluso podemos ver la aparición de ángeles celestiales, el fragmento pertenece a la acotación final de la escena III y a toda la escena IV, en la que también podemos ver la dicha redención de don Juan donde está dándole gracias a Dios por perdonarlo.


(Las flores se abren y dan paso a varios angelitos, que rodean a DOÑA INÉS y aDON JUAN, derramando sobre ellos flores y perfumes, y al son de una música dulce y lejana, se ilumina el teatro con luz de aurora. DOÑA INÉS cae sobre un lecho de flores, que quedará a la vista, en lugar de su tumba, que desaparece.)

 

 
 -295-  


Escena IV

DOÑA INÉS, DON JUAN y los ángeles.

 
DON JUAN
   Clemente Dios, ¡gloria a Ti!
Mañana a los sevillanos
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
210
Mas es justo; quede aquí
al universo notorio,
que pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
  -296-  
es el Dios de la clemencia
215
el Dios de DON JUAN TENORIO.

(Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas, representadas en dos brillantes llamas que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón.)


Rita Bonnín Forteza

miércoles, 21 de mayo de 2014



 
 Don Juan Tenorio es un drama romántico publicado en 1844 de Zorilla retoma el mito de Don Juan presente en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina.  En estas obras, don Juan es un seductor, un pecador que es capaz de hasta retar a los muertos y al final es condenado por sus pecados. La novedad en la obra de Zorrilla y una de las claves de su éxito es el personaje de doña Inés, ángel de amor que hace posible la salvación de un libertino.  En esta pequeña entrada, vamos a concentrarnos sobre la última de la obra.

En el acto III escena II, se trata de una escena que se acerca al desenlace de la obra con el arrepentimiento de Don Juan: está a punto de estar llevado al infierno por Don Gonzalo pero está salvado por la aparición in extremis de Doña Inés. Las acotaciones recuerdan el ambiente sepulcral típicamente romántico  que intensifica la tensión dramática, presagia de la muerte de don Juan.

Llama al sepulcro del Comendador. Este sepulcro se cambia en una mesa, que parodia horriblemente la mesa en que comieron, en el acto anterior, DON JUAN, CENTELLAS y AVELLANEDA. En vez de las guirnaldas que cogían en pabellones sus manteles, de sus flores y lujoso servicio, culebras, huesos y fuego, etc. (A gusto del pintor.) Encima de esta mesa aparece un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena. Al cambiarse este sepulcro, todos los demás se abren y dejan paso a las osamentas de las personas que se suponen enterradas en ellos, envueltas en sus sudarios. Sombras, espectros y espíritus pueblan el fondo de la escena. La tumba de DOÑA INÉS permanece.)

La tensión dramática de la escena es debida a la relación que se establece con la muerte:

-          El contenido de la cena está vinculado con el mundo del infierno (“ceniza y fuego” pero también el fuego es el de la pasión que ha devorado a Don Juan durante toda su vida y por el cual tiene que morir).

-          La presencia del reloj de arena propone la cuenta atrás de los últimos momentos de la vida del pecador y cuenta el tiempo que le queda antes del desenlace.

La inminencia de la muerte provocó la confesión de un Don Juan sincero y patético y su actitud contrasta con la rigidez de la estatua e incapaz de la menor piedad, una estatua irónica que engaña a Don Juan sobre el sentido de la mano tendida.

 

 (DON JUAN se hinca de rodillas, tendiendo al cielo la mano que le deja libre la ESTATUA. Las sombras, esqueletos, etc., van a abalanzarse sobre él, en cuyo momento se abre la tumba de DOÑA INÉS y aparece ésta.

 

Al final Don Juan se da cuenta del engaño de Don Gonzalo “piedra fingida” y está deseoso aprovechar los últimos momentos que le quedan para pronunciar su profesión de fe “yo santo Dios, creo en ti”.

 

Zorrilla subtitulo su obra como “drama fantástico-religioso” por los espectros del comendador y de doña Inés. Al final don Juan se repente y salva su alma por el amor de un alma pura, la de Doña Inés. Ella es la primera mujer que don Juan ama de verdad y este amor va hacer posible la transformación espiritual del pecador, que de la mano del espectro de doña Inés conseguirá salvarse de la condenación eterna (escena III).

DOÑA INÉS
Yo mi alma he dado por ti,
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.
Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura,
y sólo en vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a don Juan
al pie de la sepultura.
   Cesad, cantos funerales;

En la última escena,  el desenlace suele ser trágico: los personajes están marcados por un destino fatal que no puede rechazar. Ambos mueren.